El
cigarrillo entre mis dedos se consume lentamente, envuelve de aroma
todo a mi alrededor, disipa y distorsiona todo a lo que alcanza mi
vista, dibujando siluetas abstractas en el aire, como mi mente
disuelve recuerdos de antaño, dolorosas penas de acciones
maltrechas, que hicieron daño a seres queridos y a mi mismo,
acciones de las que aprender sin arrepentirse, y seguir nuestro
camino con la lección aprendida, para evitar que esta vida cíclica
vuelva a repetir esas vivencias, señal que aunque las creamos
resueltas, no lo están.
Dicen
que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma
piedra, pero la culpa es solo nuestra, cuando la lección espiritual
es aprendida en la acción terrenal, esta desaparece pues nuestra
actitud cambia, no se repite, y pasamos a otras enseñanzas nuevas.
Para
esto la vida está llena de señales, y con ellos debemos cambiar
nuestro comportamiento, aprender y avanzar, nuestra vida mejora,
evoluciona y nuestros proyectos van viendo la luz.
Si
por el contrario nos empecinamos en ideas o caminos erróneos, la
vida no deja de darnos golpes, haciéndonos sentir desdichados e
incomprendidos, y no hacemos mas que tropezar en la misma situación
una y otra vez, echando la culpa a cualquier cosa, a la gente que
convive en ese momento a nuestro lado, nunca tenemos la culpa
nosotros, somos victimas de la injusta vida, de la mala suerte, de la
poca ayuda recibida por nuestro Dios.
Se
nos hace una montaña algo tan sencillo como meditar y consultar a
nuestra voz interna, a nuestro niño, a nuestro yo superior. Quizás
con esto evitaríamos esta repetición de acciones, como los que son
despedidos de un trabajo una y otra vez, echando la culpa a los demás
de su desgracia, cuando quizás la culpa la tenga él, pues su
comportamiento no es el correcto, o por que en su evolución se
espera más de él, o quizás por que lo que pactó va por otro lado
distinto al que él se empeña en realizar en esta tierra.
O
como esta moda hoy día de tanta separación carnal, empecinados en
ser incompatibles con la persona con la que un día fue todo un
paraíso la convivencia, las vivencias, el amor, creando nuevo vida
en este planeta según lo pactado, quizás tenia que ser, y se
empeñan en encontrar otra pareja con la que compartir, y se repite
la situación.
Está
también el que decide vivir su vida en solitario, o en anonimato, el
que tiene muy claro no tener hijos, o el que busca el éxito, o lo
necesita en el ámbito que sea, para que su estancia en esta vida no
pase desapercibida.
Esta es la idiosincrasia del dogma,
creencias no palpables ya que no podemos medirla en un tubo de
ensayo, ni probar a ciencia cierta, que es así.
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