lunes, 2 de febrero de 2015

Ocurrencias y pensamientos de un perturbado 23/01/2015

DESPERTARES

     La penumbra de la habitación inundaba todo de una triste soledad fuera y dentro de mi, los rayos de sol se dejan ver entrando entre las sucias cortinas ligeramente entreabiertas que cubren la vieja y sucia ventana de madera, calienta los pies de la cama dejando ver las motas de polvo revoloteando en el ambiente.

     En la ligera oscuridad se aprecia colgado enfrente de la cama un tétrico cuadro de los años setenta, en el sillón mal puesta y amontonada la poca ropa que me queda, la suficiente como para llenar una vieja bolsa de deporte, la mesita al lado de la cabecera imita el estilo modernista, soporta el liviano peso de un oxidado y ruidoso reloj de cuerda y una pequeña tulipa con la bombilla fundida.

     Nada que hacer, nada mas que ver pasar las horas tumbado en la cama, o ver en una pequeña pantalla de televisión los programas absurdos de cotilleo y falsas promesas.

     Desahuciado en lo material y en lo moral había perdido todo, el trabajo, las creencias,... en esos momentos te viene a la cabeza lo conseguido en otros tiempos, me consideraba una persona espiritual y mis proyectos iban tomando forma, la vida me sonreía, con esfuerzo, eso sí, había logrado conseguir mis expectativas de lo que consideraba una vida holgada, trabajar en lo que me gustaba, posición económica y todo lo que un ser humano desea para ser feliz, una pareja que me hacia grata y alegre la existencia, mi piso, mi coche, y poco a poco me fui olvidando de ese lado espiritual que tanto me había ayudado a conseguir todo ello.

     Quizás me hice mas materialista, o tal vez fue que me desvié del camino, la verdad es que cada vez tenia menos tiempo para meditar, deje de respirar con conciencia cuando caminaba, deje de proyectar afirmaciones, pensaba que para mi seguían las cosas bien, me olvide del diezmo que siempre daba al necesitado, de sonreír, pensé que de mi trono nadie me bajaría, y sobre todo deje de pedir y quizás de amar, ni a mi mismo, me empece a sentir cansado y aburrido de mi propia existencia y la rutina lleno mi vida, nada me satisfacía, ahí empezó a venirse abajo todo mi universo, provocado por mi comportamiento y mi sentir, sin darme cuenta pedí el cambio, sin haber pedido antes una solución o un nuevo trabajo, con el tiempo progresivamente perdí mi estupendo trabajo, el coche, el piso y hasta la pareja.

    Ahora me daba cuenta que todo el abandono interno sumerge al ser humano en el inframundo en vida, adaptándote a él hasta el punto de hacerlo tuyo, de estar a gusto en esa agonía si el proceso se alarga, tanto en esta situación como en la de solvencia había perdido la capacidad de captar a esa gente que el universo, Dios, o como prefieras llamarlo te pone al lado, para darte un mensaje, un empujón, una ayuda desinteresada para lograr tus propósitos o una mejora, la capacidad de anticiparte a las situaciones, corazonadas, había perdido el equilibrio de mente corazón y espíritu, ya no oía mi voz interior, o quizás no quería escucharla, me había olvidado de pedir, pues en otro tiempo, lo pedido tarde o temprano se ponía delante de mí, la ayuda siempre llegaba, de la forma que fuese para poder cumplir mis objetivos, y eso te daba cierta seguridad, siempre había logrado conseguir lo deseado, con paciencia, con amor y respeto a la gente de mi circulo y de los que la providencia ponía a mi alrededor para conseguir estos propósitos.

     Sabía que la vida es un ir y venir de gente que pasa por tu lado, conocidos arriba están dentro de tu grupo de reencarnación para ayudarnos unos a otros según lo pactado, quizás esta situación formaba parte de mi aprendizaje, ahora parecía que empezaba a ver las cosas claras, como ese rayo de sol calentando mis pies, no podía quedarme los días sin hacer nada, en la penumbra veía la luz, no podía dejarme morir en vida en aquella húmeda habitación, no iba a permitir que mi alma se entristeciera, arropando lo negro y absurdo de vidas sin alegría ni luz interior, me senté sobre la cama y medite, como lo hice antaño, me vestí y me dispuse a bajar a la calle, creo que de nuevo había “Despertado”, el sol calentaba el fresco día de invierno y empecé a caminar, con los cinco sentidos bien abiertos, esperando las señales que pudiera recibir, para cambiar esta situación que la vida y yo mismo, habíamos creado.

Namaste.