DESPERTARES
La
penumbra de la habitación inundaba todo de una triste soledad fuera
y dentro de mi, los rayos de sol se dejan ver entrando entre las
sucias cortinas ligeramente entreabiertas que cubren la vieja y
sucia ventana de madera, calienta los pies de la cama dejando ver las
motas de polvo revoloteando en el ambiente.
En
la ligera oscuridad se aprecia colgado enfrente de la cama un tétrico
cuadro de los años setenta, en el sillón mal puesta y amontonada la
poca ropa que me queda, la suficiente como para llenar una vieja
bolsa de deporte, la mesita al lado de la cabecera imita el estilo
modernista, soporta el liviano peso de un oxidado y ruidoso reloj de
cuerda y una pequeña tulipa con la bombilla fundida.
Nada
que hacer, nada mas que ver pasar las horas tumbado en la cama, o ver
en una pequeña pantalla de televisión los programas absurdos de
cotilleo y falsas promesas.
Desahuciado
en lo material y en lo moral había perdido todo, el trabajo, las
creencias,... en esos momentos te viene a la cabeza lo conseguido en
otros tiempos, me consideraba una persona espiritual y mis proyectos
iban tomando forma, la vida me sonreía, con esfuerzo, eso sí, había
logrado conseguir mis expectativas de lo que consideraba una vida
holgada, trabajar en lo que me gustaba, posición económica y todo
lo que un ser humano desea para ser feliz, una pareja que me hacia
grata y alegre la existencia, mi piso, mi coche, y poco a poco me fui
olvidando de ese lado espiritual que tanto me había ayudado a
conseguir todo ello.
Quizás
me hice mas materialista, o tal vez fue que me desvié del camino, la
verdad es que cada vez tenia menos tiempo para meditar, deje de
respirar con conciencia cuando caminaba, deje de proyectar
afirmaciones, pensaba que para mi seguían las cosas bien, me olvide
del diezmo que siempre daba al necesitado, de sonreír, pensé que de
mi trono nadie me bajaría, y sobre todo deje de pedir y quizás de
amar, ni a mi mismo, me empece a sentir cansado y aburrido de mi
propia existencia y la rutina lleno mi vida, nada me satisfacía, ahí
empezó a venirse abajo todo mi universo, provocado por mi
comportamiento y mi sentir, sin darme cuenta pedí el cambio, sin
haber pedido antes una solución o un nuevo trabajo, con el tiempo
progresivamente perdí mi estupendo trabajo, el coche, el piso y
hasta la pareja.
Ahora
me daba cuenta que todo el abandono interno sumerge al ser humano en
el inframundo en vida, adaptándote a él hasta el punto de hacerlo
tuyo, de estar a gusto en esa agonía si el proceso se alarga, tanto
en esta situación como en la de solvencia había perdido la
capacidad de captar a esa gente que el universo, Dios, o como
prefieras llamarlo te pone al lado, para darte un mensaje, un
empujón, una ayuda desinteresada para lograr tus propósitos o una
mejora, la capacidad de anticiparte a las situaciones, corazonadas,
había perdido el equilibrio de mente corazón y espíritu, ya no oía
mi voz interior, o quizás no quería escucharla, me había olvidado
de pedir, pues en otro tiempo, lo pedido tarde o temprano se ponía
delante de mí, la ayuda siempre llegaba, de la forma que fuese para
poder cumplir mis objetivos, y eso te daba cierta seguridad, siempre
había logrado conseguir lo deseado, con paciencia, con amor y
respeto a la gente de mi circulo y de los que la providencia ponía a
mi alrededor para conseguir estos propósitos.
Sabía
que la vida es un ir y venir de gente que pasa por tu lado, conocidos
arriba están dentro de tu grupo de reencarnación para ayudarnos
unos a otros según lo pactado, quizás esta situación formaba parte
de mi aprendizaje, ahora parecía que empezaba a ver las cosas
claras, como ese rayo de sol calentando mis pies, no podía quedarme
los días sin hacer nada, en la penumbra veía la luz, no podía
dejarme morir en vida en aquella húmeda habitación, no iba a
permitir que mi alma se entristeciera, arropando lo negro y absurdo
de vidas sin alegría ni luz interior, me senté sobre la cama y
medite, como lo hice antaño, me vestí y me dispuse a bajar a la
calle, creo que de nuevo había “Despertado”, el sol calentaba el
fresco día de invierno y empecé a caminar, con los cinco sentidos
bien abiertos, esperando las señales que pudiera recibir, para
cambiar esta situación que la vida y yo mismo, habíamos creado.
Namaste.
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